sábado, 15 de octubre de 2011

Cielo de Guardapolvos (a mi mamá)

Había empezado a irse, hace tiempo,

se fue yendo de tanto y a su paso

de la maestra eterna, la de todos,

la del silbato y el amor a la docencia,

la que bailó folklore hasta quebrarse,

la que creó una peña para enseñarlo,

la estoica infaltable a todos lados,

la de la ética incólume, irrebatible,

la compradora atenta a todo timbre,

la de la mano extendida a quien llegara,

la de los mates dulces de la cinco,

la espectadora de todas funciones,

la trabajadora incansable,

peronista obstinada a toda hora,

la profesora,

la que no dejaba de añorar a su Bragado,

la que siempre tenía alguna broma.

Se fue yendo hace tiempo, de sus cosas,

me dejó la herencia de sus rimas

y entre otras, la terquedad de saber

que nada es imposible,

que no hay puertas cerradas

ni rencores durables.

Será una luna en el reloj

o irá a caballo con su abuelo indio, o su abuela gaucha,

o quizás sólo sea lengua mapuche

en lontananza,

o la descripción precisa de un ocaso,

o de un viejo que pasa.

Ella empezó a irse hacia otro tiempo,

En sus ojos se veían los recuerdos de su infancia,

Sus hermanos, sus sueños y mi viejo,

Mi hermano, yo y sus nietos,

Se escapaban por los agujeros del silencio

Que poco a poco la apagaban.

Ella empezó a irse de a poquito,

Y terminó de irse esta mañana,

Entre nubes que habrán sido guardapolvos

Para cantar Aurora a su llegada.

Mi mamá empezó a irse hace mucho,

Hoy decidió dejar su cuerpo,

Ese que no la dejaba

Volar adonde están todos los sueños,

Adonde estarán todas sus palabras.

Y nos quedamos más solos y más viejos

Mirando el vacío en el espejo

Porque el tiempo imperturbable

Sigue su marcha.

Ella había empezado a irse hace tiempo.

Terminó de hacerse al vuelo,

Esta mañana.

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